"Los que viven según la carne desean lo que es carnal; en cambio los que viven según el espíritu, desean lo que es espiritual" Romanos 8:5.
Para comprender este texto hay que comenzar con la triple división del hombre: cuerpo, alma y espíritu. Esta división daría origen a dos maneras de vivir: una según la carne y otra según el espíritu.
La parábola del buen samaritano nos enseña que vivir según la carne el practicar el pecado (el fariseo y el levita que pasan de largo); en cambio vivir según el espíritu es la vida recta a ejemplo del samaritano. Vivir según el espíritu es vivir de acuerdo a la regla de oro: "haz por los demás lo que te gustaría que hicieran por ti". Esta diferencia entre los estilos de vida se debe al ejercicio de la empatía que es una facultad del espíritu.
Estos dos grupos humanos, diferenciados entre si por el ejercicio de la empatía tiene fines distintos: "porque la paga del pecado es muerte; pero la dádiva de Dios es vida eterna" Romanos 6:23; y no solamente esto, tampoco cuajan como nos dice la Biblia: "El hombre puramente natural no percibe las cosas que vienen del espíritu de Dios, porque para el son locura y no las puede entender", 1 Corintios 2:14.
El bien y el mal son enfoques de la mente, discernimientos, mentalidades.
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